A continuación os contamos la bella y curiosa historia de esta advocación en el 500 aniversario del primer viaje de la circunnavegación. El Rvdo. P. Jesús García Cornejo, Párroco de San Lorenzo y Director Espiritual de Afligidos bendijo a tan bonita imagen realizada por el artista Sanchez Rosado.
La advocación de Ntra. Sra. De Barrameda proviene de la época de Alfonso X el sabio, quien tras la Reconquista de Sanlúcar en torno al año 1.264 con ayuda de los caballeros de la Orden del Temple, les permitió construir un hospicio y ermita junto al puerto marítimo, que les sirviera como punto de escala del monasterio que dicha orden poseía en Sevilla. En la ermita, se veneró una imagen de la Santísima Virgen bajo la advocación de Barrameda.
El puerto tomó el nombre de Barrameda, y por estar situada en una zona marítima, pero esta devoción traspasó los límites de este arrabal, obteniendo el patronazgo de la villa de Sanlúcar entre los siglos XII Y XVII. Como muestra de su devoción y patronazgo, desde el más humilde marinero hasta los Comerciantes de Indias y los Duques de Medina Sidonia recurrieron a ella con rogativas y fiestas, ejerciendo estos últimos personajes como protectores y mecenas de su advocación y monasterio.
En un principio, probablemente, las fiestas hacia la Virgen se realizarían el día 10 de diciembre, en el que la iglesia celebra la festividad de la Traslación de la Casa de Loreto, pues los templarios celebraban el día de la orden con esta festividad. Así sería hasta 1.312, cuando la orden del temple es disuelta y las posesiones de estos en Sanlúcar pasan a las manos de los Duques de Medina Sidonia, quienes promueven la llegada de la Orden de los Jerónimos a Sanlúcar, estableciéndose en la ermita y hospicio de Nuestra Señora de Barrameda. A partir de entonces, hay testimonios escritos por los que sabemos que las celebraciones a la Santísima Virgen eran realizadas el día de San Jerónimo, con rogativas y fiestas.
Por razones desconocidas, la advocación de Barrameda iba cayendo en el olvido, y junto a ella, el Monasterio de los Jerónimos se iba empobreciendo. Hasta que con la invasión francesa el monasterio queda destruido, y poco tiempo después era declarado en estado de ruina.
De entre las ruinas sobrevivió una imagen mariana, gracias al Marqués de Arizón, uno de los grandes Comerciantes de Indias de Sanlúcar, quien seguramente habría ayudado en más de una ocasión a los monjes Jerónimos. De esta manera, el Marqués trasladó a la Santísima Virgen desde el monasterio hasta su oratorio privado.
Cinco siglos más tarde de aquella gran hazaña, un particular recuperó la advocación de la que Sanlúcar tomó parte de su nombre.
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