EL VIACRUCIS DE LA VIDA
Acabamos de comenzar una nueva Cuaresma. En la tradición cristiana, es tiempo de reflexión, de adentrarnos en el desierto del propio corazón y de la propia vida, guiados por el Espíritu. Crecer en el conocimiento de Cristo y en su seguimiento, como se nos dice en la misa del primer domingo cuaresmal.
Acabamos de comenzar una nueva Cuaresma. En la tradición cristiana, es tiempo de reflexión, de adentrarnos en el desierto del propio corazón y de la propia vida, guiados por el Espíritu. Crecer en el conocimiento de Cristo y en su seguimiento, como se nos dice en la misa del primer domingo cuaresmal.
Minimamente que pensemos en la propia vida, en el recorrido ya hecho, tendremos la certeza de haber caminado por un mundo lleno de contrastes, de luces y sombras, de alegrías y penas, de momentos que recordamos con añoranzas y otros que quisiéramos olvidar del todo. Es la vida, como diría el poeta, un río que va a dar a parar al mar, que es el morir. Pero que en ese recorrido, y en ésto nos alejamos del pesimismo vital del poeta, vamos dando vida y haciendo fecundos los márgenes y la orilla. Así nos enseñó Jesús que ganamos la Vida, dándola y la perdemos cuando guiados por el egoísmo, nos buscamos solo a nosotros mismos. "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no da vida".
En definitiva es nuestra vida, un camino, un viacrucis. Camino lleno. No de catorce estaciones sino de muchas más. Lleno de pilatos, sayones y algún que otro Barrabás. Lleno también de cirineos, verónicas y del amor de una Madre Buena. Camino que hay que recorrer portando la cruz que nos tocó a cada uno, Cruz que si sabemos llevarla será para nuestra salvación y la de los otros. A veces, caeremos bajo su peso y otras, unas manos amigas, nos aliviará llevándola sobre sí. Camino ascendente, que conduce al Calvario, donde termina toda historia humana.
Al final, querido amigo, todos terminamos, despojados de todo salvo del amor.
Quizás Jesús, haciendo su Viacrucis nos haya dado la mejor de las lecciones y quizás nosotros después de tantas cuaresmas y tantos viacrucis no hayamos aprendido la lección.
De cualquier manera, lo más importante es que ese Amor del que la vida no puede despojarnos, es como dice las Escrituras, más fuerte que la muerte. Y por ello Cristo vuelve a la Vida, resucitado por el Padre y donándonos su Espíritu nos resucita a nosotros con El. Con razón el Papa Juan Pablo II, invitó concluir el rezo del Viacrucis con una nueva estación, la número quince, la Resurrección del Señor. Sin ella, se pierde el sentido cristiano de la vida y lo más genuino de nuestra Fe. Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe como nos dice el apóstol. Por ello esta luz última ilumina todo el recorrido anterior y le da sentido a todo nuestro viacrucis.
Os deseo Santa Cuaresma y Feliz Pascua de Resurrección.
Rvdo. Jesús García Cornejo
Director Espiritual
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