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José Blas Fernández coloca sobre el pecho de la Virgen la Medalla de Oro de la ciudad, en el acto de ayer.
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La titular de Servitas recibió ayer la Medalla de Oro de la ciudad de manos del primer teniente de alcalde, José Blas Fernández, en una ceremonia en San Lorenzo
“Que veas reflejados en esa medalla a todos los gaditanos. Y que todos ellos sepan que los llevas en el corazón”. Con estas palabras quiso simbolizar el ayer alcalde accidental, José Blas Fernández, el significado que tiene la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad a la Virgen de los Dolores, titular de la orden de Servitas. “No es un simple reconocimiento”, señaló Fernández, que señaló que esta advocación que está a punto de cumplir trescientos años en la ciudad “está en el corazón de todos los gaditanos”, aquellos que en alguna ocasión “acuden a pedirle ayuda” y que forman una pequeña parte de esa pieza de oro que desde ayer luce en el pecho de la dolorosa.
La orden celebró con una sencilla y a la vez solemne ceremonia al mediodía de ayer el acto de imposición de la más alta distinción concedida por el Ayuntamiento, al que finalmente no pudo asistir la alcaldesa por problemas de salud de un familiar. La Virgen de los Dolores presidía el altar mayor de San Lorenzo en un imponente altar que para la ocasión había exornado la orden rematado con una pintura existente en San Lorenzo y con los respiraderos del paso de palio.
La solemnidad del acto se remarcó desde el principio, cuando una procesión hizo entrada en San Lorenzo por la puerta principal, avanzando por la única nave del templo con el acompañamiento de la música de órgano. En ese cortejo marchaban una representación de la cofradía de Afligidos (que es la institución que auspició esta Medalla de Oro en 2011, con motivo de la coronación canónica de la Dolorosa del Viernes Santo), cofrades de servitas; los concejales Vicente Sánchez, Pablo Román, Alejandro Varela, José Macías, Pablo Chaves y Jesús Tey (a los que luego se unió la socialista Aurelia Morales); el consejo de gobierno de la orden, el carmelita Ángel Palomino y el asistente espiritual y párroco de San Lorenzo, Jesús García Cornejo, flanqueado por la priora de Servitas, Encarnación Orellana; y por el alcalde accidental, José Blas Fernández.
El sencillo acto estuvo lleno, no obstante, de momentos emotivos que fueron respondidos por aplausos. Posiblemente el principal de todos ellos fuera cuando Fernández impuso la medalla a la imagen, después de que el concejal Pablo Chaves hiciera lectura del acuerdo adoptado por mayoría de los concejales de la Corporación municipal en la sesión del pasado 28 de octubre. “Nos llena de alegría y responsabilidad a estos siervos que hemos recibido el legado que tantos hombres y mujeres han propiciado a lo largo de casi tres siglos”, destacó el viceprior de la orden, Rafael Guerrero, al inicio de la ceremonia en relación a esta medalla que ya luce en el pecho de la imagen.
Con una iglesia de San Lorenzo prácticamente llena, asistiendo representaciones de algunas hermandades de la ciudad y del propio Consejo, los cantos del coro Virelay pusieron el broche de oro a otra jornada que quedará grabada en la historia de esta orden de Servitas, que según destacó su priora es “una forma de vivir que no se aprende en las reglas, ni en los libros, ni en sermones. Es la que nos legaron nuestros mayores y la que nosotros debemos conservar para generaciones venideras”.
“Dolores sigue despertando esa sensibilidad que solo tiene una madre”, afirmó Encarnación Orellana durante su intervención. Una madre que desde ayer es más de todos los gaditanos, gracias a ese reconocimiento que entregó el Ayuntamiento.
Diario de Cádiz, 8 de diciembre de 2013