ENTREVISTA A GUILLERMINA FERNÁNDEZ
Doña Guillermina Fernández González, nace el 7 de diciembre del año 37, en un momento clave de la historia de nuestro país, inmerso en aquellos momentos en plena guerra civil. A nivel cofrade, la participación de nuestra hermana Guillermina en el devenir de la cofradía no era distinto al de tantas y tantas mujeres cofrades de la época, casi siempre relegadas a un segundo plano, y si bien interpretaron un papel secundario, siempre estuvieron en primera línea de la fe y la religiosidad. Esta sección (La Hermandad del Ayer) al igual que la vida misma, ha tardado tiempo en reconocer el trabajo y la dedicación de estas “voces dormidas”, pero sirva la presente de desagravio, y desde aquí nuestro modesto reconocimiento a todas ellas.
Guillermina nos dibuja sus inicios y sus recuerdos de la infancia “Soy hermana desde que nací, y aunque siempre he sido de la cofradía, nunca he salido en la procesión, ya que antes no podían salir las mujeres, ni podían formar parte de la junta de gobierno. A mí me llevaban a visitar Afligidos los viernes, y yo de mayor siempre he ido a visitar a los titulares. Siempre me llevaban a las novenas, ya que antiguamente eran novenas lo que se hacía, y la iglesia siempre estaba abarrotada. Recuerdo que varias veces vino Marcos Redondo (cantante de ópera y zarzuela), venía expresamente a cantarle a Afligidos. Marcos Redondo era en su tiempo como Plácido Domingo hoy día, y era todo un acontecimiento. Sería a finales de los años 40”.
Sus vivencias en la hermandad en muchos casos están asociadas a su padre: “Mi padre era de la cofradía de Afligidos de toda la vida, llegando a tener el número 5 de hermano. Sólo quiso ser consiliario, lo que es hoy día el vocal, nunca quiso tener un cargo ya que tenía un negocio de ultramarinos. Únicamente fue hermano de esta cofradía,no perteneció a ninguna otra, e intentaba cumplir siempre que su trabajo se lo permitía con sus obligaciones como cofrade, ya sea asistir a los cultos, trabajar en la cofradía o salir el jueves santo. Él siempre formaba la ultima pareja de cirio, con su hermano, y salió hasta cerca de los 70 años”.
A lo largo de muchos años, Guillermina ha realizado distintas tareas relacionadas sobre todo con labores de costura: “Durante los años 50 y 60 colaboraba realizando y cosiendo los hábitos, que eran de color celeste el capirote, túnica morada y capa blanca, era todo de raso salvo la capa que era de tergal, llevaban hebillas en los zapatos y el pañuelo blanco, los cíngulos eran de hilo de oro, mi padre que dejó de salir en el año 68, le regaló el cíngulo al cristo. Esos cíngulos destrozaban las túnicas, aunque el conjunto era precioso.Cogíamos, nos llevábamos las túnicas a casa y allí las hacíamos. También le hice una mantilla a la Virgen de los Desconsuelos, algunas veces se la ponen a las santas mujeres”.
Desde la seguridad que dan los años y la experiencia, ha sido testigo de la evolución del papel de las mujeres, tanto en la sociedad como en las cofradías: ”la evolución del papel de las mujeres en las cofradías me parece muy bien, que las mujeres estén en junta antes era impensable, antes sólo salían en la procesión detrás de los pasos, y nos dedicábamos a trabajar nada más, haciendo túnicas, limpiando enseres...”.
Preguntada acerca del progreso de las cofradías pone el acento en la caridad y opina que:”han evolucionado mucho, las mujeres ahora pueden formar parte de la junta y salir en los cortejos, sobretodo han avanzado en obras sociales y caridad, los pasos son ahora mucho más ricos.En cambio, también han ido a peor en que muchas abusan del folclore, en detrimento de la religiosidad y la seriedad. Afligidos siempre ha sido una cofradía seria, no de muchas cantidades de hermanos, pero si seria”.
Por último, es costumbre de esta sección preguntar por nombres destacados, para que sirva a los hermanos más longevos para recordar , y para conocimiento y ejemplo de los más jóvenes.Con la inestimable ayuda de varios hermanos Guillermina recuerda a varios: ”Juan Manuel Martínez Molina fue vicehermano mayor, era mayordomo por excelencia, este hombre trabajó muchísimo por la cofradía, recuerdo también a Benítez, creo recordar que era mayordomo, y a Lutgardo, que era zapatero, este señor me llevaba los talonarios de lotería, estuvo en la junta muchos años”.
Y de este modo,entre recuerdos de hermanos que están o de los que un día estuvieron se termina la entrevista, en una tarde noche, climatológicamente hablando, idéntica año tras año de frío y lluvia. Se hacen las fotos de rigor, el paso de cristo y algunos enseres ejercen de inmejorable paisaje, y nuestra hermana se dispone a marchar a casa de la misma forma en que llegó, con modestia, humildad y ajena a protagonismos. Mientras, se me viene a la mente la pregunta de dónde estarían nuestras cofradías sin el trabajo callado y la dedicación de estas mujeres.Francisco Javier Herrera